En la próxima renovación legislativa, deberán revalidar títulos las principales figuras del extinto Grupo A, surgido al calor del conflicto agrario. En cinco meses, la UCR pondrá en juego la mitad de sus escaños. El PRO y el PJ disidente, cerca de un 70 por ciento. Y la CC-ARI y Proyecto Sur, el total. El desafío para el FPV, en tanto, será mantener su holgada hegemonía en el Senado.
La de octubre no será sólo una típica elección de medio término, que renovará la mitad de los 257 diputados y la mitad de los 72 senadores nacionales. Será, ante todo, la vuelta de página definitiva al escenario político y parlamentario que favoreció a la oposición en 2009. Los comicios legislativos de ese año, hechos bajo el fragor de una crisis económica internacional creciente, que aún no encuentra resolución, y de la malograda Resolución 125, por la cual la administración de Cristina Fernández intentó, sin éxito, imponer retenciones móviles a las exportaciones de la agroindustria, significaron una gran cosecha para los partidos de la oposición. Un capital político que deberá ser puesto en juego en apenas cinco meses. En este escenario se inscribe la beligerancia de los medios concentrados y de algunos discursos opositores.
El contexto de 2009 permitió que se gestara, a la sombra del escrutinio, el conglomerado opositor denominado Grupo A, que tuvo una mayoría efímera en el Senado y apenas transitoria en Diputados. Y que produjo una notable parálisis en la labor legislativa. Esa superioridad, acotada en número, frágil por los recelos políticos que proliferaron –más pronto que tarde– en su interior y con vencimiento en 2011, cuando el Frente para la Victoria (FPV) se alzó con una victoria presidencial y legislativa contundente, es la razón por la cual, en esta oportunidad, la oposición pondrá muchas más bancas en juego que el oficialismo, cuyo desafío será sumar más escaños.
Los condimentos de la elección son múltiples. Más allá de la tensión que siempre genera la especulación en torno a la relación de fuerzas, en este proceso electoral son muchos los hombres y mujeres con peso específico propio en el tablero político que pondrán en juego sus bancas y sus posibilidades de cara a las elecciones de 2015.
Algunos juegan a no desaparecer, como Fernando "Pino" Solanas y Elisa Carrió, quienes ponen en juego toda su representación parlamentaria; otros, a la consolidación de espacios y liderazgos, como Hermes Binner y Mugrizio Macri; y los otros, como el FPV, a la continuidad de un ciclo político y al advenimiento –o consolidación– de nuevos referentes.
Algunas de las espadas parlamentarias cuyo mandato vence en diciembre son: Carlos Kunkel y Diana Conti, del FPV, al igual que la flamante presidenta de ese bloque, Juliana Di Tullio; Margarita Stobizer (GEN), Gabriela Michetti, Federico Pinedo, Laura Alonso y Paula Bertol (PRO); Ricardo el Gil Lavedra, Alfonsinito y Oscar Aguad (UCR); Francisco de Narcováez, Felipe Solá, Jorge Yoma y Omar Plaini (PJ opositor, aunque ellos revisten todavía dentro del FPV); y Alfonso Prat el Gay y Elisa Carrió (CC-ARI). Y la gran mayoría de los agrodiputados.
En la contienda que pondrá en juego 127 espacios en Diputados, el FPV arriesgará sólo 38 de sus 116 escaños propios. Si se suman sus 17 aliados habituales, que también renuevan bancas, el oficialismo arriesgaría 55 de las 132 voluntades que agrupan ante los temas más espinosos. En tanto, la UCR someterá a la voluntad popular más de la mitad de su bancada: 25 de sus 40 legisladores. Y el PRO casi la totalidad de su bloque, ya que renovará ocho de las 11 que posee. Por su parte, CC y Proyecto Sur expondrán en las urnas todo su capital, al igual que el PJ anti K que, con 14 bancas en juego, pondrá a consideración casi el 70% de su representación actual. El Frente Amplio Progresista, en una situación similar a la del FPV, renueva poco: el 35% de su bloque.
Así, de la totalidad de bancas a renovar, un tercio pertenece al oficialismo y el 67%, a la oposición. La defensa de ese capital obligó a parte de las fuerzas no kirchneristas a prescindir de los límites ideológicos. En ese marco, se entiende el pacto que llevará a Solanas como candidato a senador y a Carrió, como cabeza de los aspirantes a Diputados. O la boleta que propondrá a Victoria Donda como senadora y a Alfonso Prat el Gay como diputado.
Unos y otros saben que la madre de todas las batallas es la provincia de Buenos Aires. Allí, el FPV pone en juego 12 bancas propias y cinco aliadas; el PJ anti K, diez; la UCR, cuatro; el GEN, dos; y la CC, una. En realidad, el FPV arriesgará sólo 16, ya que en diciembre se vencen los mandatos tanto de Omar Plaini, hoy enfrentado con el gobierno, y de Martín Sabbatella, de licencia por su asunción en la AFSCA. El desafío no parece difícil para el FPV: en los últimos dos comicios obtuvo más de 20 escaños.
Más allá de la suerte que corra en Buenos Aires, donde aún no definió ni candidatos ni alianzas, el FAP se jugará su principal ficha en Santa Fe. Allí, donde se ponen en juego nueve bancas, Hermes Binner encabezará la lista de diputados pensando en que un triunfo en esa provincia y una buena elección nacional lo proyectarán otra vez como presidenciable en 2015. La disputa no será fácil. Tanto el PRO como el FPV, jugarán fichas en aquella provincia. Miguel del Sel encabezará la lista macrista, en tanto que, con Agustín Rossi al frente del Ministerio de Defensa, el FPV apostará a una lista de unidad que cohesione a todo el peronismo detrás de Jorge Obeid y María Eugenia Bielsa.
La UCR apostará al regreso de Julio Cobos al escenario nacional para garantizarse una buena elección en Mendoza. El distrito, que otorga cinco diputaciones, así como Córdoba, que otorga diez, será fundamental para las aspiraciones radicales.
Por su parte, el Senado muestra un escenario más complejo para el oficialismo. Los ocho distritos que renovarán sus legisladores son: CABA, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego. El FPV pone en juego el 38% de su bloque (elegido en 2007) y el 54% de las bancas que se renuevan. Por su parte, a diferencia también de lo que pasa en Diputados, la UCR sólo expone el 25% de su bancada. Los más afectados por la renovación son los aliados no peronistas del FPV, que representan el 10% del Senado. De ellos, finaliza el 86 por ciento. Mantener la correlación de fuerzas actual obligará a una contundente victoria oficialista porque, como muestran los números, el margen de ganancia es mínimo para el FPV.
Esa fuerza pone en juego 13 bancas propias, entre ellas la del titular de su bloque Miguel Ángel Pichetto, y seis de sus aliados. Los radicales, cuatro. En tanto, el peronismo opositor no pone nada en juego.
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