La figura de Carlos Mugica será recordada este fin de semana con múltiples actividades en las villas de Buenos Aires por parte del equipo de sacerdotes que continúa en esos barrios el legado del cura asesinado hace 39 años, caracterizado por su opción preferencial por los más pobres y cuyo trabajo fue impulsado por el hoy papa Francisco.
"Me viene a la memoria la elección de Francisco y su mensaje de que quiere una iglesia pobre para los pobres. Esto era lo que Mugica y el grupo de sacerdotes que lo acompañaban buscaban: esa iglesia que soñó y quiso Jesús", expresó el titular de la Vicaría de Villas porteñas, el padre Gustavo Carrara en diálogo con Télam.
Para Carrara, "ese es el modo que debe tener un sacerdote u obispo, poner en el centro de su preocupación a los más pobres y necesitados y desde esa periferia mirar el resto de su diócesis".
En tanto, el padre José María Di Paola -conocido como el padre "Pepe"-, expresó que los curas villeros "estamos agradecidos del gran legado que nos dejó Mugica, que vivió el sacerdocio de una manera entusiasta, más allá de la sacristía, para relacionarse con otros ámbitos como el sindical o el universitario; y que decidió venir a vivir en las villas, al lado de los más pobres".
El padre Pepe, que debió irse al norte del país tras las amenazas de muerte que recibió por su trabajo contra los traficantes de droga, está instalado ahora en la villa La Cárcova de José León Suárez, donde preparan para este fin de semana homenajes, misas y una caminata por las calles del barrio en recuerdo de Mugica.
Pero el epicentro de las celebraciones estará en la parroquia Cristo Obrero de la villa 31 del barrio porteño de Retiro, que Mugica fundó y a donde descansan sus restos desde 1999 cuando fueron trasladados desde el cementerio de la Recoleta, por una gestión de Jorge Bergoglio.
El párroco de Cristo Obreo, Guillemo Torre, contó a Télam que -como todos los años- la figura de Mugica será recordada con una misa que se celebrará mañana a las 18, a la que habitualmente concurren dirigentes políticos y sociales.
Otra celebración se realizará también mañana a las 20 en la parroquia San Francisco Solano, ubicada en Zelada 3771 del barrio porteño de Villa Luro, donde fue asesinado el padre Carlos a manos de la Triple A.
En tanto, el domingo a las 11 se realizará otra misa en la villa 31, tras la cual está prevista la entrega de los premios Padre Mugica a las personas del barrio que se destacan por su labor comunitaria, un guiso popular calculado para unas mil personas, y un festival de música con Víctor Heredia.
Los continuadores de la obra de Mugica en las villas destacan el acompañamiento y la cercanía que Bergoglio -el hoy papa Francisco- tuvo hacia ellos cuando era arzobispo de Buenos Aires.
"Fue un obispo que acompañó no sólo con la palabra sino con su misma presencia, involucrándose mucho con esta realidad. Y eso era lo que quería Mugica: un obispo que estuviera cerca y defendiera a los villeros. Eran los anhelos de Carlos y Bergoglio los ha cumplido", destacó el padre Pepe.
Para "Willy" Torre, Bergoglio "desde siempre hizo una opción por los lugares más marginales, enviando más sacerdotes a las villas y después jerarquizando nuestro trabajo, al crear en el 2008 la vicaría para la pastoral de villas de emergencia, que hoy cuenta con 20 curas".
En realidad, el grupo fue creado en 1969 por el entonces cardenal Juan Carlos Aramburu y ese primer equipo estuvo integrado por Mugica y otros cinco sacerdotes, número que se mantuvo estable hasta que Bergoglio decidió darle mayor impulso.
En 1999 el ex arzobispo porteño fue uno de los impulsores y facilitadores del traslado de los restos de Mugica a la parroquia Cristo Obrero.
Al celebrar misa aquel día, el hoy papa Francisco rezó por "los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad y de la iglesia".
El padre Mugica pertenecía al movimiento de sacerdotes tercermundistas, que estuvo vinculado a las luchas populares del país en las décadas de 1960 y 1970, y fue el fundador de la parroquia en la villa 31.
El cura fue acribillado a balazos el 11 de mayo de 1974 en una emboscada cuando se disponía a subir a su automóvil, estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano, tras celebrar una misa.
La causa por los crímenes cometidos por la Triple A la lleva adelante el juez federal Norberto Oyarbide, quien los consideró como delitos de "lesa humanidad" y, con esa decisión, logró que la causa sea considerada imprescriptible, ya que corría serio riesgo de ser archivada.
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