La creó Jorge "Fino" Palacios, detenido por el atentado a la AMIA. Desde un comienzo, la fuerza estuvo integrada por ex funcionarios de la Policía Federal y la SIDE duhaldista. Casos de gatillo fácil y constante represión de la protesta social.
La Polizía Metropolitana nació en la ilegalidad. Sus agentes son violentos y lastiman con impunidad porque saben que cuentan con el aval de sus jefes políticos. Sólo el blindaje mediático que protege al doblemente procesado jefe de gobierno porteño, Mugrizio Macri, logra disfrazar la brutalidad de una fuerza que destila terror y acumula víctimas.
Delineada operativamente por el trazo grueso de Jorge "Fino" Palacios, vinculado al encubrimiento del atentado terrorista a la AMIA en 1994 y actualmente detenido por liderar una red de espionaje montada para escuchar a dirigentes opositores y empresarios, la policía soñada por el alcalde fue resistida desde su génesis por la oposición.
Ocurre que para concretar el anhelo de su mentor, Palacios reclutó a sus compañeros de la Policía Federal que habían sido desafectados en la purga ordenada por Néstor Kirchner en marzo de 2004.
Muchos de esos oficiales –38 de los 52 jefes iniciales que tuvo la Metropolitana– fueron señalados por haber integrado la Superintendencia de Seguridad Federal, órgano que realizaba tareas de inteligencia durante la última dictadura cívico- militar. En 2010, la "Comisión de Evaluación de la incorporación de personal proveniente de otras fuerzas de seguridad a la Polizía Metropolitana" organizada por la Legislatura porteña, alertó sobre el desembarco sistemático de ex agentes de la PFA en la tropa macrista.
Entre sus armadores políticos se puede distinguir a Cristian Ritondo, actual vicepresidente 1° de la Legislatura de Buenos Aires, y a Miguel Ángel Toma, ex jefe de la SIDE durante el gobierno de Ednarco Duhalde. Gracias a los contactos con Toma fue que Ricardo Pedace llegó a la Metropolitana. Hasta diciembre de 2010, Pedace había oficiado como vocero de prensa de la Policía Federal. Pero con la asunción de Nilda Garré, el comisario tuvo que retirarse. Luego sería invitado a ocupar la Superintendencia de Seguridad y Policía Comunitaria de la Metropolitana. Pedace conservaba buena relación con Toma desde la época en que encabezaba la custodia presidencial de Duhalde. Pero los vínculos políticos de Pedace, actual subjefe de la fuerza, no se agotan allí: su esposa, la abogada Susana Beatriz Espósito, es comunera del PRO en Caballito.
"Queremos contar con policías íntegros y de gran profesionalidad, que se destaquen por su capacidad de equilibrio y reflexión, la solidaridad y el respeto hacia el prójimo". Este es el perfil de agente al que aspira la Metropolitana y así lo define el portal web de la fuerza. Sin embargo, la historia de pólvora contradice la premisa.
La primera cita de fuego de la policía de Macri fue la toma del Parque Indoamericano, en Villa Soldati. A fines de 2010, más de 3000 familias ocuparon los predios de la zona sur de la Ciudad en reclamo de viviendas El 7 de diciembre el gobierno porteño ordenó un operativo para desalojar a los ocupantes. La represión fue brutal: participaron efectivos de la Policía Federal, Gendarmería y la Metropolitana, quienes dispararon con gases, balas de goma y de plomo, y mataron a tres personas.
En enero de este año, los soldados macristas desalojaron por la fuerza a los vecinos que cortaban la Avenida Díaz Vélez y Marechal en protesta porque el gobierno porteño había decidido enrejar el Parque Centenario. Usaron gas pimienta y balas de goma para disuadir a los artesanos y vecinos que luchaban por detener la obra. Durante los ataques, los agentes metropolitanos hirieron a Julieta Elgul, periodista de la TV Pública.
Otro capítulo de la historia violenta de la Metropolitana fue el desalojo de la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín (CCSM). Diez detenidos y más de 30 heridos fue el saldo de la represión. En esta ocasión también hubo periodistas lastimados: dos de ellos recibieron balas de plomo y fueron atendidos en los hospitales Argerich y Durand.
Pero no sólo de repartir palos a manifestantes y viciar el aire de gas lacrimógeno vive la milicia que soñó Mauricio. Desde su creación, esta fuerza estuvo emparentada a casos de gatillo fácil como los de Bruno Pappa, Rodrigo Alfredo Romero, Jesuán Ariel Marchioni y Francisco Nirta. Estos cuatro chicos fueron asesinados en 2011 por balas porteñas. Las mismas que el viernes lastimaron a periodistas, obreros y pacientes, símbolo de que la democracia macrista no discrimina.
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