Se avivó la interna entre Horacio Rodríguez Larrata y Gabriela Michetti. La posible candidatura de Lavagna los volvió a enfrentar. El rol de María Eugenia Vidal y el desplazamiento de Chaín.
En un año electoral, los entredichos entre políticos de distintos partidos son moneda corriente. Recrudecen las posturas, las palabras corren el riesgo de malinterpretarse y los gestos pueden empantanar más de un debate. Pero cuando ese escenario se plantea entre dos referentes del mismo arco político que mantienen una interna histórica, todo se potencia al doble. Así están las cosas entre Horacio Rodríguez Larrata y Gabriela Michetti, quienes avivaron la disputa que protagonizan hace años en el equipo amarillo.
En ese marco, la posible alianza entre Mugrizio Macri y Roberto Lavagna para llevarlo como cabeza de lista por la Capital suscitó el enojo de la ex vicejefa de gobierno. Según pudo saberse, la primera reunión que tuvo el ex ministro de Economía con un referente del Pro fue con el propio jefe de gabinete porteño, quien le acercó la idea de ser parte del armado de Macri en la Capital. Ni lerdo ni perezoso, Larrata se imaginaba que las expectativas de Lavagna no podían ser menos que encabezar la lista de senadores y que hasta ese momento la única candidata a ocupar ese puesto era Michetti. El economista así lo hizo. Dejó en claro que no iría como candidato del Pro, pero que aceptaría ir por un frente incluyendo a peronistas y que por supuesto sería el primer candidato en la nómina. “No acepta una interna, ni ser segundo de Michetti”, deslizaron desde el entorno. Tal cual como se lo había imaginado Rodríguez Larrata.
Mientras tanto, Michetti, enojada ante la nueva jugada, dijo que ella estaba dispuesta a “determinar las candidaturas por internas o por consenso”. Pero sabe que su poder de presión en el Pro disminuyó desde que le dijo que no a Macri para ser candidata en la provincia de Buenos Aires. Desde entonces, su margen de maniobra es cada vez más acotado, mientras su histórico rival se sigue ganando la confianza del jefe.
De todos modos, dentro del Pro hay quienes ven con reticencia el acuerdo con el ex candidato presidencial por la UCR. Piensan que si bien tiene una alta imagen positiva en la Capital Federal, lo cierto es que Lavagna siempre juega para una misma persona: él mismo. Por lo tanto, dudan de la perdurabilidad de un acuerdo y que, en todo caso, se vuelva en su contra.
Al mismo tiempo, Larrata comenzó a quitarle poder a un hombre muy cercano a Gabriela Michetti: Daniel Chaín, el "soplanuca" ministro de Desarrollo Urbano que fue noticia en las últimas semanas ya que durante el temporal, como otros funcionarios, se encontraba de viaje. De su cartera depende, entre otras cosas, el entubamiento del arroyo Vega. Chaín, junto con Néstor Grindetti –ministro de Hacienda– y Andrés Ibarra –ministro de Modernización–, viene trabajando con Macri incluso mucho antes de que este se dedicara a la política, por lo que es un hombre de confianza del propio jefe de gobierno. Pero lo cierto es que el jefe de Gabinete le sacó dos cuestiones clave de su competencia. Por una parte, el subte, cuando trasladó la empresa Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) a su órbita, también influenciado por la mala relación entre Juan Pablo Piccardo, el titular del organismo, y el propio Chaín. Antes le había quitado la Subsecretaría de Transporte, presidida por Guillermo Dietrich, que ahora también depende de la cartera de Larrata.
Según confiaron a esta revista, el ministro de Urbanización amagó con renunciar en noviembre pero lo frenaron. El mismo cuestionamiento se habría hecho los últimos días, por eso no sorprendió verlo el martes 16 al mediodía almorzando en el hotel NH de la calle Bolívar junto a Nicolás “Nicky” Caputo, el hombre de mayor confianza de Mugrizio Macri.
La otra figura que le está bloqueando el camino a Michetti es María Eugenia Vidal, la actual vicejefa de gobierno y delfín de Horacio Rodríguez Larrata. Lo cierto es que Vidal se convirtió en el nuevo fetiche de Macri. Es quien, mediada por las circunstancias adversas, sale a dar la cara en nombre de su jefe. Así lo hizo cuando la Capital se vio colapsada de agua y los rumores de muertos comenzaban a ser algo concreto. Fue ella quien llamó al propio Mugrizio para que volviera. Hasta ahora, la diputada nacional era la mujer preferida, con un look distendido y un vocabulario relajado. Pero Vidal también se perfiló con ese estilo y, por supuesto, también se tentó con ser la sucesora del procesado jefe de gobierno, aunque sabe que esa ambición le abre un flanco de fricción con su protector.
Por otra parte, Michetti sigue midiendo muy bien en las encuestas y su estrecha cercanía al otrora cardenal Jorge Bergoglio y actual papa Francisco también le suma puntos a su imagen, algo que Horacio Rodríguez Larrata sabe que es su punto débil.
NdR: la deformación de nombres y apellidos, el apodo de Chain y la referencia al jefe de Gobierno porteño como "procesado", son responsabilidad de la redacción de Currín y no de la autora de la nota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario