La presidenta Cristina Fernández de Kirchner visitó en Caracas el Cuartel de la Montaña, donde descansan los restos del fallecido líder venezolano Hugo Chávez, ante cuyo sepulcro depositó una flor y permaneció unos minutos a solas, visiblemente emocionada.
La mandataria llegó minutos antes de las 11.30 al lugar, ubicado en el populoso barrio 23 de Enero, uno de los más fuertes bastiones chavistas de Caracas, acompañada por el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, y los secretarios general, Oscar Parrilli; legal y técnico, Carlos Zannini, y de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro.
Cristina ingresó al primer patio del cuartel y, sola, se acercó hasta el sepulcro de mármol que contiene los restos de Chávez -fallecido el 5 de marzo pasado-, siempre custodiado por cuatro soldados de uniforme histórico, y depositó sobre él un lirio que llevaba en sus manos.
Inmediatamente, la Presidenta solicitó que se retiraran del lugar tanto los funcionarios que la acompañaban como los periodistas argentinos y venezolanos que estaban cubriendo la visita.
A partir de entonces, Cristina permaneció un cuarto de hora a solas frente al catafalco, hasta que llegó la primera dama venezolana, Cilia Flores, con quien visitó durante poco más de cinco minutos una pequeña capilla que hay en uno de los ambientes que dan a ese patio.
Luego, ambas se dirigieron a un ambiente contiguo, un poco más amplio, en el que fue montada una exposición fotográfica que registra diversos momentos de la vida de Chávez, en la que se destacan imágenes de su niñez, de sus primeros tiempos en la Academia Militar y otras en traje de jugador de béisbol.
A las 12 llegó el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y, tras los saludos de rigor, Cristina, junto al mandatario local y a la esposa de éste, regresó al espacio donde está emplazado el sepulcro.
Allí, una formación militar rindió honores a los jefes de Estado, según pudo escucharse desde el sector cercano en el que permanecían los cronistas.
A las 12.20 Cristina se retiró del lugar, acompañada a pie por Maduro hasta el automóvil que la esperaba frente a una entrada posterior al cuartel -la que da a la plaza de armas- y, una vez en el vehículo, se dirigió al aeropuerto de Maiquetía, en el vecino estado Vargas, donde abordó el avión que esta tarde la llevaba de regreso a Buenos Aires.
Ni ella, ni Maduro ni ninguno de los miembros de sus comitivas -entre los que pudo verse a la anterior embajadora argentina en Venezuela y actual representante ante el Reino Unido, Alicia Castro, y al ministro de Energía y Petróleo local, Rafael Ramírez- hizo declaraciones a los periodistas apostados en el lugar.
La presidenta había llegado a Caracas en la mañana de ayer, procedente de Lima, donde anteanoche se celebró una cumbre extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) para analizar la situación de tensión generada en Venezuela luego de que la oposición no reconociera el resultado de la elección que el domingo pasado consagró a Maduro.
En ese encuentro, la Unasur exhortó a todos los venezolanos a “reconocer los resultados”, condenó “los hechos de violencia” que el lunes causaron ocho muertos y al menos 60 heridos, y recomendó “el diálogo y la tolerencia”.
Cristina asistió a primera hora de la tarde de ayer a la jura de Maduro en la sede de la Asamblea Nacional (parlamento) y luego se recluyó en su hotel, con el propósito de reponerse de la severa disfonía con que llegó a la capital venezolana.
Desde su cuarto, escribió anoche una serie de mensajes en su cuenta de Twitter, en la que describió las actividades que cumplió en Lima y en Caracas, y reveló sus sensaciones sobre la particular situación política vivida esa semana por Venezuela.
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