Francisco Jalics, uno de los jesuitas secuestrados durante la última dictadura militar, publicó un comunicado en el que desmintió que su secuestro y el de Orlando Yorio "se produjeron por iniciativa" del entonces superior provincial de los jesuitas en la Argentina y actual Sumo Pontífice. "Considero, por lo menos por mi parte, el asunto cerrado", dijo.
Francisco Jalics, uno de los dos jesuitas secuestrados durante la última dictadura militar, aseguró ayer que el papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio, no lo denunció ante la junta militar.
"Estos son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio", afirmó Jalics en un comunicado publicado en la página web de los jesuitas en Alemania.
Poco después de la elección de Bergoglio como papa surgieron informaciones que apuntaban a que éste no ayudó lo suficiente a Jalics y Yorio, que formaban parte de su congregación y que fueron secuestrados y torturados en 1976.
En 1976, Bergoglio era el superior provincial de los jesuitas en la Argentina y los curas secuestrados, que fueron liberados meses después, pertenecían a su orden.
Según Jalics, que actualmente vive en una casa espiritual en Alta Franconia, en Baviera, es falso suponer que su secuestro y el de Yorio "se produjeron por iniciativa del padre Bergoglio".
"Antes me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas de una denuncia. Pero a fines de los 90, después de numerosas conversaciones, me quedó claro que esa suposición era infundada", añadió el jesuita.
Jalics aclaró ahora además que Yorio y él fueron secuestrados por su conexión con una catequista que primero trabajó junto a ellos y "luego ingresó en la guerrilla". "Durante nueve meses no la vimos más, pero dos o tres días después de su detención también fuimos detenidos. El oficial que me interrogó me pidió los documentos. Cuando vio que había nacido en Budapest creyó que era un espía ruso", indicó.
"En la congregación jesuita argentina y en círculos católicos se extendieron en los años previos informaciones falsas que indicaban que nos habíamos mudado a los barrios carenciados porque pertenecíamos a la guerrilla. Pero ese no era el caso. Supongo que estos rumores fueron motivados por el hecho de que no fuimos liberados inmediatamente", añadió.
Tras el cónclave en el que Bergoglio resultó electo, Jalics había publicado un comunicado que tuvo diversas interpretaciones. "No puedo juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos", escribió en ese texto.
El Vaticano rechazó las acusaciones respecto al comportamiento del Papa Francisco durante la última dictadura y las calificó de una campaña de difamación.
En sus primeras declaraciones, Jalics reconoció que no fue hasta años después de su liberación y de haber dejado Argentina cuando habló sobre lo sucedido con el entonces arzobispo de Buenos Aires.
"Después celebramos juntos una misa y nos abrazamos solemnemente. Yo me he reconciliado con lo sucedido y considero, por lo menos por mi parte, el asunto cerrado", aseguró sobre su secuestro durante la dictadura militar en 1976.
Los cuestionamientos al nuevo papa se centraron en la acusación de no haber ayudado a los dos jesuitas. El propio Bergoglio declaró haberles advertido de los peligros y haber intentado interceder por ellos ante la junta militar, pero sin éxito.
Yorio murió hace unos años, mientras que Jalics vive en una casa espiritual en Alta Franconia. Según su orden, actualmente se encuentra en Hungría.
Con esta declaración de Jalics, para nosotros -los que hacemos Currín On Line- el tema también está cerrado. Si la propia víctima de la detención-desaparición exime de responsabilidad y de culpa a Bergoglio, no nos parece sensato seguir, desde afuera, insistiendo con eso.
Francisco Jalics |
"Estos son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio", afirmó Jalics en un comunicado publicado en la página web de los jesuitas en Alemania.
Poco después de la elección de Bergoglio como papa surgieron informaciones que apuntaban a que éste no ayudó lo suficiente a Jalics y Yorio, que formaban parte de su congregación y que fueron secuestrados y torturados en 1976.
En 1976, Bergoglio era el superior provincial de los jesuitas en la Argentina y los curas secuestrados, que fueron liberados meses después, pertenecían a su orden.
Según Jalics, que actualmente vive en una casa espiritual en Alta Franconia, en Baviera, es falso suponer que su secuestro y el de Yorio "se produjeron por iniciativa del padre Bergoglio".
"Antes me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas de una denuncia. Pero a fines de los 90, después de numerosas conversaciones, me quedó claro que esa suposición era infundada", añadió el jesuita.
Jalics aclaró ahora además que Yorio y él fueron secuestrados por su conexión con una catequista que primero trabajó junto a ellos y "luego ingresó en la guerrilla". "Durante nueve meses no la vimos más, pero dos o tres días después de su detención también fuimos detenidos. El oficial que me interrogó me pidió los documentos. Cuando vio que había nacido en Budapest creyó que era un espía ruso", indicó.
"En la congregación jesuita argentina y en círculos católicos se extendieron en los años previos informaciones falsas que indicaban que nos habíamos mudado a los barrios carenciados porque pertenecíamos a la guerrilla. Pero ese no era el caso. Supongo que estos rumores fueron motivados por el hecho de que no fuimos liberados inmediatamente", añadió.
Tras el cónclave en el que Bergoglio resultó electo, Jalics había publicado un comunicado que tuvo diversas interpretaciones. "No puedo juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos", escribió en ese texto.
El Vaticano rechazó las acusaciones respecto al comportamiento del Papa Francisco durante la última dictadura y las calificó de una campaña de difamación.
En sus primeras declaraciones, Jalics reconoció que no fue hasta años después de su liberación y de haber dejado Argentina cuando habló sobre lo sucedido con el entonces arzobispo de Buenos Aires.
"Después celebramos juntos una misa y nos abrazamos solemnemente. Yo me he reconciliado con lo sucedido y considero, por lo menos por mi parte, el asunto cerrado", aseguró sobre su secuestro durante la dictadura militar en 1976.
Los cuestionamientos al nuevo papa se centraron en la acusación de no haber ayudado a los dos jesuitas. El propio Bergoglio declaró haberles advertido de los peligros y haber intentado interceder por ellos ante la junta militar, pero sin éxito.
Yorio murió hace unos años, mientras que Jalics vive en una casa espiritual en Alta Franconia. Según su orden, actualmente se encuentra en Hungría.
Con esta declaración de Jalics, para nosotros -los que hacemos Currín On Line- el tema también está cerrado. Si la propia víctima de la detención-desaparición exime de responsabilidad y de culpa a Bergoglio, no nos parece sensato seguir, desde afuera, insistiendo con eso.
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