Opinión. Por Dante Augusto Palma
Un Chávez atravesado por tubos humillantes e invasivos, inconsciente y débil en una camilla de hospital cubano, era la foto deseada del diario El País de España. Pero como tal imagen no pudo obtenerse, los responsables del periódico decidieron hacer pasar por verdadera una foto de un video colgado en Youtube en el que se muestra la intervención que se le hace a un paciente con un cuadro de acromegalia que tiene cierto parecido fisonómico al presidente venezolano.
Tras el escándalo, el diario acusó a una agencia de noticias que le habría enviado la foto, hizo un tibio pedido de disculpas a sus lectores pero se olvidó de los venezolanos y de la familia del paciente cuyo rostro hoy es lo más visto en Internet.
Más allá de la indignación que este tipo de periodismo pueda generar, me permito tomar este sintomático ejemplo para una breve reflexión. Para ello, bien cabe recordar un hallazgo de Hanna Arendt que luego es retomado muy bien, entre otros, por Fernando Savater. Se trata de los significados del término inglés will. Como usted sabrá, esta palabra tiene varias acepciones pero es frecuentemente utilizada como auxiliar para construir frases en tiempo futuro, por ejemplo I will go to cinema (Yo iré al cine). Sin embargo, el will no sólo refiere al futuro sino que también es utilizado como sinónimo de voluntad. Así se puede decir por ejemplo There isn´t political will (No hay voluntad política).
Asimismo, es natural que cuando se hable de voluntad se hable indistintamente de querer o desear pues a partir de estos verbos (que vienen de volo y velle) es que se llega al término latino voluntas. Esto muestra que en el corazón de la voluntad está el querer y el desear.
¿Cómo podemos relacionar esta disquisición etimológica con la canallesca tapa del diario El País? Muy simple: el periodismo que, en diferentes latitudes, recubierto de la impunidad que otorga una autoconstruida imagen de objetividad, ataca a los gobiernos que afectan sus intereses, confunde el futuro con su deseo. Es decir, considera que lo que quiere que pase es lo que efectivamente va a pasar. De esta manera creen estar utilizando el will de futuro pero sólo están liberando alocadamente y sin filtro el will de su voluntad.
A partir de esto quizás puedan explicarse esos incesantes vaticinios incumplidos que en Argentina realizan acerca del precio del dólar, la estanflación, la crisis energética y las diez plagas que sobrevendrán. Ellos quieren que pase eso pero, naturalmente, deben presentarlo como una reflexión sesuda amparada en el conocimiento y en la ciencia. De esta manera, los lectores no asistimos a un espacio de información sino a la exteriorización de los deseos de un grupo económico presentados como descripción de la realidad. Porque el deseo puede maquillarse, ocultarse, operar en las sombras pero también, y cada vez con más frecuencia, puede hacerse tapa.
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