Por Artemio López
En el mismo momento en que el Rey de España metía un balazo a un elefante preparado para el lucimiento de Su Majestad, el gobierno presentaba en sociedad la expropiación acccionaria de YPF.
Se trata de “la trompa del elefante”, cuya contundencia definió la expropiación del 88,5% de las acciones pertenecientes a Repsol.
Así las cosas, una vez dado curso parlamentario al proyecto de ley donde en senadores habrá mayoría amplia y en diputados seguramente más de 200 legisladores acompañarán el proyecto del ejecutivo , el Estado Nacional conjuntamente con las provincias petroleras tomará el control de 51% del paquete accionario de la ex Repsol-YPF.
Los motivos de la expropiación (en rigor una técnica de compra estatal preexistente y específica) son sencillos.
Bajo la dirección de Repsol, la empresa petrolera se transformó en una aspiradora de divisas sin ningún horizonte de reinversión, junto a un grupo nacional que acompañó de manera cómplice el proceso a cambio de enormes ganancias, cuyo resultado lo muestra transparentemente el gráfico que acompaña esta columna, que patentiza la caída vertical de las reservas de petróleo , gráfico que a la Presidenta Cristina Kirchner le evocó “la trompa de un elefante”, similar seguramente al que en su agonía hacía las delicias del Rey Juan Carlos y su troupe.
Basado en este cuadro de situación el Ministro de Economía Hernán Lorenzino señaló bien los motivos de la expropiación: "la irresponsable gestión del grupo controlante Repsol ha dado lugar a una significativa caída en la producción de crudo (de 20 millones de barriles en 1998 a 11 millones en 2011), acontecimiento sin precedentes históricos similares.
En lugar de capitalizar la compañía -continuó- para invertir en exploración y sostener un nivel de producción acorde a las crecientes necesidades de una demanda en expansión, esta gestión privada se limitó a vaciar las reservas existentes (1205 millones de barriles en 1998 a 666 millones de barriles en 2011)".
Desde el punto de vista de la opinión pública, tomada la decisión de expropiación, los estudios conocidos señalan una muy amplia aceptación a la medida , cercana al 80% de los consultados, circunstancia que no sorprende ya que cuando fue privatizada durante los años noventa, en pleno auge neoliberal y gracias al inestimable aunque oneroso concurso de un dipu - trucho, los estudios de opinión pública también resultaban fuertemente adversos a la venta cuasi fraudulenta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Todo está guardado en la memoria.
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