El periodista de La Nazión busca un resquicio para sugerir que empieza a haber censura, pero no lo encuentra, y no hace más que caer en contrasentidos.
En sus habituales cacerías de fantasmas a las que nos tiene acostumbrados en La Nazión, Pablo Sirvén inició el viernes un párrafo con un dejo de sutileza que asombra gratamente y lleva al lector a pensar “coños, esta creatividad no la tenía en este carrilero que debutó en primera con la camiseta de Convicción, el diario de Massera y ahora no solo tiene el tupé de hablar de un retorno sutil de la censura”; pero no, es como que no le da, o la ansiedad, o el cumplimiento del deber lo devora y un renglón que arrancó bonito lo termina arruinando.
Claro, es un carrilero de esos que embocan un caño sin querer pero terminan tirando la pelota a la tribuna alta y estrellados contra los carteles de publicidad que están detrás de la línea de fondo.
Buscando el remate de la nota Sirvén escribe: “Vuelve la censura por los laterales, en puntas de pie, como tanteando el terreno”.
Pero esta imagen, sugerente y seductora se hace añicos luego de la coma, cuando leemos: “pero a los manotazos (no sabría hacerlo de otra forma)”.
Es realmente una verdadera pena que esa imagen de un retorno sutil de la censura sea destrozada precisamente de un manotazo conceptual, una pena que una idea que pintaba elegante termine siendo arruinada precisamente “a los manotazos”. Porque, además, no se entiende cómo puede ser que algo retorne en puntas de pie y al mismo tiempo a los manotazos, sólo si está mal pensado, que es lo que generalmente le pasa a este escriba.
Pero le pasa porque en notas como la del viernes encontrar un resquicio para sugerir que empieza a haber censura mas no lo encuentra, por eso quizá el contrasentido de ese párrafo.
Al fin y al cabo, Sirvén vuelve a decirnos lo de siempre. Vuelve a atacar a los blogueros y twitteros K en una actitud cobarde similar a la que la semana pasada tuvo el ex CNN Alberto Padilla cuando se le propuso conversar en vivo o telefónicamente en la radio de las Madres sobre el estado del periodismo en Argentina y huyó sin siquiera dejar un “No” por escrito.
Estos defensores de la libertad terminan fungiendo de meros difamadores que no se cansan de proferir las peores diatribas contra el gobierno nacional y quienes lo apoyan pero cuando son invitados a debatir se borran, quizá porque les da cosa juntarse con periodistas que no piensan como ellos.
Para ellos se puede decir de todo de la presidenta, hasta poner en duda si el cadáver de su marido estaba en el féretro en su velatorio, eso es periodismo “independiente”, “prensa libre”. Se puede estigmatizar a un funcionario diciendo que es nieto de un rabino, hijo de psicólogos y marxista pues eso es libertad de opinión. Pero si la presidenta saca la cara por él, ya está mostrando la hilacha totalitaria.
Todo lo que Sirven mienta será visto como libertad de prensa mientras que toda respuesta, como ésta, será impugnada como una muestra más de totalitarismo K.
Un jueguito conocido. El que juegan los miserables de siempre.
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