El esperma actúa como una droga psicoactiva en el cuerpo de las mujeres, mejorando su estado de ánimo y sus habilidades cognitivas.
La vida parece ser dueña de una inteligencia secreta que se despliega sutilmente para asegurar su existencia y evolución hacia una mayor complejidad.
Una forma de hacer esto en los seres humanos es haciendo del semen una especie de droga psicoactiva, cuyos efectos benéficos hacen que las mujeres sientan la necesidad de recibir esta semilla de luz líquida (en cierta forma hacerlas adictas a la vida, a generar vida, a través de esta sustancia y del estrecho vínculo que provoca).
Aunque a primera vista esto podría parecer como un hiperbólico canto falocrático a las virtudes del semen, la realidad científica es que el semen actúa como una droga psicoactiva en el cuerpo de las mujeres.
El descubrimiento de que el semen actúa como un antidepresivo natural se debe al Dr. Gordon Gallup y a la Dra. Rebecca Burch de la Universidad Estatal de Nueva York. Gallup se topó en los años 90 con el intrigante dato de que a diferencia de las mujeres heterosexuales sexualmente activas viviendo juntas, lesbianas sexualmente involucradas no exhibían el famoso “efecto McClintok”, en el que se sincronizan los ciclos menstruales de mujeres que cohabitan el mismo espacio (al igual que hembras de otras especies). Ya que se sabe que las señales olfatorias o feromonas median la sincronía menstrual.
Gallup y Burch dedujeron entonces que ciertos químicos en el semen humano afectan la biología femenina a través de la absorción vaginal, de forma tal que las mujeres que tienen sexo sin condón literalmente huelen diferente que las mujeres que no tienen sexo sin condón, o al menos sus cuerpos emiten feromonas que empalman los ciclos menstruales de mujeres cohabitantes.
Dentro del cóctel químico (o alquímico, según se vea) del semen se encuentran varios compuestos que afectan el estado de ánimo, incluyendo, cortisol (incrementa el afecto), estrona (eleva el estado de ánimo), prolacitina (funciona como un antidepresivo natural), oxitocina (eleva el estado de ánimo y genera un sentimiento de apego; se le conoce como “la hormona del amor”), hormona liberadora de tirotropina (también un antidepresivo natural), melatonina (hormona que regula el sueño), y hasta serotonina (el neurotransmisor antidepresivo más conocido).
Para probar su hipótesis de que el semen funciona como un antidepresivo, Gallup y Burch hicieron un estudio con 293 mujeres en el campus de la Universidad Estatal de Nueva York. Las participantes del estudio contestaron un cuestionario sobre su comportamiento sexual reciente, incluyendo su uso de condones. Cada participante también completó el Beck Depression Inventory, una prueba usada comúnmente para determinar la presencia de síntomas depresivos.
Los resultados mostraron que las mujeres que tenían relaciones sexuales y “nunca” usaban condones mostraron significativamente menos síntomas depresivos que aquellas que los usaban “a veces” o “siempre”. Estas mujeres que no usaban condón también evidenciaron menos síntomas depresivos que las mujeres que no tenían relaciones sexuales.
Significativamente, las mujeres que usaban condón y tenían una vida sexual activa manifestaron síntomas depresivos en la misma medida que las mujeres que se abstenían de tener sexo. Lo que sugiere que no es sólo el sexo lo que hace más felices a las mujeres, sino el flujo seminal pulsando en sus venas.
El mismo estudio mostró que sólo el 4.5% de las mujeres que “nunca” usaban condón consideraban la posibilidad de suicidarse, mientras que 28.9% de la que lo usaban dijeron considerar “a veces” el suicido, mientras que el 13.2% de las que “siempre” usaban condón consideraba el suicidio como una opción.
Por último sería interesante descubrir si la mucosa vaginal tiene algún efecto en la psicobiología del hombre, aunque el pene evidentemente no sea una vía de ingestión tan efectiva como la vagina. No debe ser raro que esta sustancia (los químicos producidos por la mujer durante el acto sexual) tenga alguna ventaja evolutiva en el hombre.
Ninguna de las cosas que se le vienen a la cabeza a este redactor a modo de conclusión, son publicables. Por eso, cerraremos la nota diciendo ¡Qué manera de descubrir boludeces!
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