¿Estaremos a las puertas de asistir a un hecho histórico: que Clarín apoye decididamente el reparto de ganancias empresariales entre los trabajadores que las generan?
¿Especialmente ahora, que la Presidenta de la Nación se ha pronunciado en contra de que ese mecanismo de distribución de riquezas salga por ley del Congreso o mandato estatal y no por la gran herramienta que recuperaron los trabajadores para la defensa de sus derechos y el crecimiento del salario: la discusión paritaria?
La realidad imita al arte y a veces lo supera: ni a Barcelona se le ocurrió la osadía.
Si así fuera, la eventual empatía de Magnetto con las demandas gremiales, ¿sería un hecho histórico o una caricatura patética? “Muy dura con Moyano”, titula el diario de la cornetita, sugiriendo guerra y más que eso: de qué lado se ubicaría en la contienda.
¿Será que ahora sí Clarín permitirá que sus trabajadores se organicen sindicalmente, para que estén en mejores condiciones de reclamarle a través de sus gerentes el prorrateo igualitario de sus utilidades?
Les darán un incremento salarial muy por encima del índice de inflación oficial, sólo para contradecir al INDEC y enseñar con el ejemplo?
¿Será que estarán dispuestos a cualquier cosa para sobreactuar su férrea oposición al oficialismo que acaba de ganar las elecciones con la mitad más el 4 por ciento de los votos emitidos?
Clarín entiende con absoluta claridad cuál es la contradicción principal y cuáles son las secundarias. Por eso titula de “desafío a los sindicatos” el mensaje presidencial, obviando deliberadamente las observaciones de la mandataria a los empresarios, a los especuladores, a la necesidad sistémica de que la crisis no la paguen los que menos ingresos tienen. Pero se le nota.
Los trabajadores también saben quién es el verdadero enemigo y cómo habrán de zanjarse las disputas y tironeos que surgen de todo proceso de cambios sustanciales en la vida institucional y práctica concreta de un país.
La CGT ha dado sobradas muestras de razonado apoyo al proceso de transformaciones políticas, culturales y materiales que transita la Argentina desde 2003.
Se equivocan quienes ansían que la confianza estratégica en la conducción del Gobierno mute drásticamente por discrepancias tácticas.
Clarín, principal articulador de la oposición de derecha al Gobierno nacional, se pinta la cara con lo primero que le venga a la paleta.
Hay colores, sin embargo, que le quedan decididamente mal.
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