La intelectual, Beatriz Sarlo, salió ayer una vez más a criticar las políticas del gobierno nacional. Dijo que el tono de la campaña para renunciar a los subsidios en los servicios públicos es "entre chantajista y bobo".
La ensayista Beatriz Sarlo no se da por vencida. Esta vez salió a criticar -en una columna para La Política On Line- la campaña del gobierno nacional para que los usuarios que consideren que pueden pagar los servicios públicos sin subsidios lo hagan.
A pesar de que no solo los miembros del oficialismo, sino también numerosos empresarios de los medios, periodistas de todo el arco ideológico, políticos opositores y famosos apoyaron esta medida, la intelectual la catalogó de "hipócrita".
"Hasta hace una semana, los renunciantes no se habían mostrado públicamente conmovidos por el acto de beneficencia del que eran destinatarios sin que lo necesitaran y, justo es decirlo, sin que lo hubieran pedido. Ahora, renunciar al subsidio es un test moral. En Twitter alguien arroja la siguiente pregunta como una acusación: “Che ¿Sarlo ya renunció al subsidio?” Con el subsidio, yo y gente como yo podíamos comprar, por factura de servicio, un jean de primera marca o tres libros, ir a un restaurant de primera o varias veces al teatro", escribe la malcogida en uno de los pasajes de su opúsculo.
Con el cinismo característico, Beatriz "cara de estar oliendo mierda" Sarlo se burla de la política que hasta aquí el gobierno llevo a cabo para reactivar la economía e intenta sostener la idea de que recién ahora (que quitan los subsidios) se acuerdan de las inversiones sociales.
"En fin, reactivábamos la economía, como han tratado de explicar los responsables de que el subsidio se mantuviera más allá de todo límite razonable, tanto temporal como de nivel socio-económico. Y, en efecto, esas compras se hacían sin pensar en quienes no encontraban la garrafa social en ningún almacén de los barrios pobres (...) Marcelo Zlotowjazda (me consta porque trabajo en su programa de radio) criticó la inequidad de los subsidios. Pero a nadie se le ocurrió que la supresión se iba a convertir en una kermesse de almas bellas, una especie de agua bautismal y curativa", sostuvo la intelectual.
Mientras que Sarlo considera que esta campaña es una estrategia, una suerte de medidor de aceptación, el gobierno en realidad intenta que la sociedad tome conciencia de que la redistribución de los recursos también depende de las distintas voluntades que forman parte del entramado social. Para Sarlo nada de esto sirve ya que supone que las renuncias particulares a los impuestos subsidiados tiene "algo de hipocresía" porque se renuncia a lo que "no corresponde". Luego critica a la campaña por tener "un tono burlón y chantajista". Así lo expresa: "Esta campaña de la buena voluntad de los famosos y de los funcionarios tiene, más allá de las intenciones personales, algo de hipócrita. Si el gobierno decide una escala de disminución de los subsidios, lo lógico, salvo que se quiera realizar un gesto para la tribuna, es esperarla, llenar los papeles que deben llegar con las facturas y, sobre todo, no sentirse protagonista de una buena acción porque se renuncia a lo que no corresponde. Todo eso sin el tono, entre chantajista y bobo, de “renuncie al subsidio, no corte la cadena”.
El pelo al huevo. Sarlo intenta ver fantasmas donde no los hay. Usa la ironía para criticar las políticas que el gobierno implementó hasta aquí para permitir el amplísimo crecimiento económico de los últimos ocho años y, a pesar de creer que los subsidios no había que dárselos a quien “no corresponde”, no le gustá el tono de la campaña con la cual el gobierno le pide a la gente que tome conciencia (y partido) para palear la inequidad social. Nada le viene bien.
Marche una tortuga para Beatriz.
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