Por Lucas Carrasco
En el gélido microclima de señoras exaltadas que vive la derecha, una denuncia apocalíptica de Carrió trae la tranquilidad de creer que todo sigue igual, que el aluvión de votos a Cristina no sucedió, que todo fue una pesadilla.
Al compás de los guiones corporativos, la señora Carrió hizo bailar a toda la derecha al son de sus caderas: acusó a quien salió cuarto en las elecciones a 40 puntos de la ganadora, de querer parecerse a la ganadora de las elecciones. ¡Pecado bestial si los hay!
El candidato que lleva el nombre del dios griego que lideraba los ladrones, salió a desmarcarse y con su claridad habitual habló de que aspira a un sistema parlamentario que no sea parlamentario, porque ese sistema parlamentario que no es parlamentario alejaría al populismo (en obvia referencia a las preferencias mayoritarias de la sociedad argentina).
Una discusión entre marginales que pretenden embarrar a Cristina arrobándola en asuntos que deben discutir los ex aliados Carrió y Binner, o si se quiere ser más amplios, el total del Grupo A. Argentina tiene casi todos los climas, pero además el microclima del Grupo Clarín, o Grupo A: sólo a ellos se les puede ocurrir inventar como eje de discusión la reelección en momentos en que la presidenta va a la reelección con guarismos históricos desde el retorno democrático, a una diferencia récord de todos sus competidores y con el otro récord a cuestas de que por primera vez en la historia democrática una misma corriente política obtiene un tercer mandato constitucional.
Si hay un momento en que este tipo de discusiones no puede convenirle a la derecha acorralada e histérica, es justamente este momento. Como prolijamente nos informa el periodismo militante ultra antiK, la señora Carrió volvió de México, adonde no fue esta vez a llevar una carta a la embajada sino al nacimiento de su nieto. A diferencia de Macri, De La Sota, Reutemann y Solá, volvió de sus vacaciones más entusiasmada y con ganas de redoblar la apuesta: como conductora inflexible del Grupo A, marcó la agenda, se ganó su lugar en el podio comunicacional, y probablemente, una vez la tarea de demolición esté lograda, se llame a silencio o vuelva a sus habituales vacaciones. Si no fuera la señora Carrió quien les marcó la cancha al periodismo militante ultra antiK, sería acusada con la habitual desmesura de ser una periodista militante K: más favores a Cristina no podía hacerle.
Macri tendrá a Durán Barba, Alfonsín a Dick Morris, Duhalde a Magnetto, pero Cristina tiene como jefe de campaña a la señora Carrió y eso es imbatible. La señora Carrió está -sin querer queriendo, como el Chavo- suicidando a todo el arco político del Grupo A y agotando sus estrategias de posicionamiento después de la elección. Acelera un proceso de pudrición que de transcurrir con naturalidad, llevaría varios meses fermentar: la extinción del Peronismo Clarín, también llamado Peronismo Federal, la patada que le arrojarán los radicales al fracasado Hijo de Alfonsín y el análisis de que quienes aparecieron de cara a la población como menos pegados a Clarín mejor les fue políticamente (Hermes y Alberto). Estas consecuencias se aceleran, se descomponen con urgencia gracias a la gracia de la señora Carrió.
La estéril discusión sobre el fetichismo constitucional es apenas el velo en el cual plantar las trincheras en la tarea de demolición que Carrió está haciendo al interior del Grupo A. Las afirmaciones sobre que el sacrosanto parlamentarismo -que permite la reelección indefinida, ¿o acaso no lo saben los admiradores de Felipe González, como Hermes y El Hijo de Alfonsín?- que aleja supuestamente "al populismo", probablemente se caigan por su propio peso, o dicho más académicamente: ésas boludeces que decís se notan mucho.
¿Cómo saldrá Grecia de la crisis, y España, y Portugal, e Irlanda? En Europa, después de masacrarse con liviandad (¿enseñan ésto en el Instituto Hannah Arendt?) durante décadas, organizando genocidios raciales, guerras mundiales y carnicerías por doquier, conviven bajo un sistema monetario rígido diversidades nacionales, étnicas y culturales que, por ahora, se rigen en sistemas parlamentarios.
Excepto Carrió, que tiene la bola de cristal, ninguna persona seria se aventuraría a preveer qué puede suceder con los sistemas políticos europeos, que ante las crisis como las que se viven, en la historia han colapsado con resultados nefastos, criminales y asesinos para el resto de la humanidad y sus propios pueblos. Es la historia, es lo que ha sucedido. Ojalá que no vuelva a suceder y la crisis pueda resolverse dentro de marcos institucionales y en democracia, pero es necesario estar alertas.
Y dejar de escuchar los cantos de sirenas que, necios ante la crisis financiera mundial, proponen sistemas perfectos que nunca quisieron aplicar en las provincias que gobiernan. ¿O acaso cuando Hermes Binner quiso reformar la constitución de Santa Fe para ser reelecto él impulsó algún sistema parlamentario? ¿O acaso no está la vicegobernadora de Binner bramando contra él porque no la consultan, la dejan afuera y esquivan la legislatura provincial? ¿O acaso la distribución secundaria -el federalismo concreto de Binner- de las partidas entre el gobierno de Santa Fe y los municipios de la provincia no es uno de los repartos más injustos y ajenos a lo que propone que otros hagan el señor Gobernador?
Los cantos de sirenas tiene la virtud de plantear un debate que no es el correcto ni adecuado a las circunstancias, que no se sostiene en la práctica de quienes lo declaman -Alberto hablando de diálogo y consenso...ja- y que están ajenos a las preocupaciones concretas que vive nuestra economía y nuestra sociedad. Estos son los méritos de los cantos de sirenas. Que, le suman, a Cristina, por sus propios méritos, algún que otro punto de más.
Por eso, gracias, Carrió.
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