Por Gerardo Fernández
Una mirada sobre los avisos de campaña de la oposición y la comparación con los del oficialismo. Alfonsinito y Rodríguez Saá entre los más cuestionados
Alfonsinito suena desaforado, con una impostación tan imitada y fingida que cruza la línea del énfasis para transformarse en un audio tensionado y poco armónico. Como cuando el sonido se rompe transformándose en ruido. El ruido se oye pero no se escucha. La ciudad está repleta de ruidos que la gente no registra, no graba. Pregúntele usted a un transeúnte cuántas sirenas escuchó desde que se levantó y muy probablemente no recuerde haber escuchado ni siquiera una.
Eso pasa con los spots de Ricardito en las radios: son un ruido que nadie escucha, una remembranza forzada, un "ataque ochentoso" tardío que, trasladado sin ningún filtro a este presente, se torna bochornoso. Un discurso que, además, contradice la incorporación de González Fraga y la alianza con De Narcováez; un discurso que en sus líneas más inteligentes -que son las menos- se ubica muy a la izquierda de lo que el hijo bobo del ex presidente en realidad expresa en esta campaña.
Porque Alfonsinito nos quiere hacer creer que con él vuelve Renovación y Cambio cuando lo que está expresando en esta realidad concreta de 2011 no es otra cosa que los estertores de ese balbinismo que siempre anidó al lado de los enemigos del pueblo. Lo peor es que la sociedad lo ve, lo sabe: el 14 de agosto quedó demostrado.
A continuación de esos alaridos crispados aparecen los spots de Rodríguez Saá que indudablemente tiene mucha más onda. Si hasta enternece cuando propone como gran medida de gobierno WiFi gratis para todo el mundo.
Sigue la tanda y arrecian propuestas unipersonales, candidatos a diputados que se nombran primero que las fórmulas presidenciales y en algunos casos ni siquiera eso, se escucha a una Coalición Cínica que ya no propone "votar limpio" ¿Qué pasó? ¿Asumieron que está todo podrido o que la cosa no estaba tan sucia? ¿A qué se debe un cambio de eje tan pero tan grosero? Porque, la verdad, pasar de "votá limpio" a "Somos parte del debate" con un mes de diferencia llama la atención.
Luego aparece Duhalde diciendo que él sabe cómo hacer, siguiendo con la misma línea de agosto, resistiendo con bravura la huelga de brazos caídos que hace rato le declararon las ideas.
De pronto aparece Cecilia. Y con la velocidad del rayo te quedan claras las diferencias entre un proyecto que a ocho años de gobernar sigue apareciendo joven y fresco ante los graznidos de lo viejo que es lo que al fin y al cabo están expresando esas patrullas perdidas de los noventa que van a los codazos entre ellas pugnando por ver cuál es más tercamente opositora a Cristina, perdón, quise decir al futuro.
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