Beatriz Sarlo escribió una fábula en La Nazión sobre el futuro de Argentina y una hipotética reforma constitucional para instalar la idea de la reelección indefinida. De intelectual a operadora.
Beatriz Sarlo está cegada por el odio. Su antiperonismo la lleva a escribir en el diario de los sectores dominantes de la Argentina, una serie de hipótesis insolitas sobre el futuro de Argentina. ¿El objetivo? Pegarle al kirchnerismo.
Sarlo comienza su nota y explica que sería casi imposible que el kirchnerismo plantee una reforma constitucional, sin embargo y a pesar de su propia aclaración, continúa adelante con la teoría.
"Aceptemos como hipótesis que el kirchnerismo siga conservando mayoría parlamentaria y nombre con votos propios y de sus aliados filokirchneristas (del tipo Sabbatella) su primer ministro o primera ministra. Esta variante daría un espectáculo curioso. Cristina Kirchner (convertida en primera ministra) trajinando casi cotidianamente el Congreso para presentar proyectos de ley, aguantar preguntas, justificar decisiones, responder interpelaciones y ser cuestionada. Cualquiera que haya visto un plano de noticiero televisivo en el que un primer ministro discute en el Parlamento sabe que ese escenario es para Cristina Kirchner como la kriptonita para Superman. Es cierto que fue diputada y senadora, pero eso ha quedado en el pasado. Quienes la tuvieron de compañera en el Congreso cuentan que siempre tuvo buena memoria, que trabajó mucho en las comisiones que le tocó presidir y que fue soberbia".
O Sarlo desconoce la labor parlamentaria de Cristina Kirchner o se trata sólo de una maldad de la columnista de La Nazión. Ella misma aclara que CFK fue diputada, pero para evitar explicaciones asegura que eso "ha quedado en el pasado", una justificación poco habitual en una intelectual.
Continúa Sarlo: "Pero, salvo que entremos en estricto régimen de partido único y satélites, no puede descartarse de plano que algún diputado díscolo de la oposición le haga algún cargo o reproche a la primera ministra. Razón suficiente para descartar una alternativa que va demasiado en contra del temperamento de Cristina Kirchner, que ama el discurso ininterrumpido y el sarcasmo contra todo conato de oposición a lo que ella piensa, cree, le informaron hace poco, describe con precisión o equivocándose, pasa por alto u olvida. Va en contra de su autocentramiento y del giro de toda proposición (incluso la más neutra o bobalicona) sobre el eje de la primera persona del singular: 'Siempre he pensado que?'. Ya lo señaló Pepe Eliaschev en su columna de Perfil. La concentración de Cristina sobre su propio cuerpo y alma no tiene, en mis recuerdos políticos, ningún antecedente que le haga sombra. Ha alcanzado el autoabastecimiento de aciertos y de errores".
"¿Por qué querría una política de este estilo pararse tras el pupitre del primer ministro frente a un Parlamento donde siempre puede haber un estúpido que no haya entendido bien las reglas del juego y la acose con una objeción fuera de lugar? Francamente, no hay ninguna ganancia en ejercer el poder de este modo, hostigada por quienes ponen palos en la rueda y miran el orillo de todas las resoluciones, parlamentarios de cualquier partiducho de la oposición y diputaditos que buscan repercusión en los medios".
En fin, Sarlo está cegada por el odio, no puede tolerar el 50% de CFK en las Primarias y columna tras columna, la intelectual tira su prestigio por la borda, menos para los acólitos del conservadurismo que se sienten a gusto al leer La Nazión.
Beatriz Sarlo es a los intelectuales lo que los Wachiturros a la música clásica.
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