El columnista de La Nazión teme que el próximo gobierno de Cristina se vea influenciado por el "ala jacobina" de su administración: los partidarios de la república y defensores de la voluntad popular.
Morales Solá tiene dudas: “¿Racionalidad o radicalización?”, esta es la pregunta clave que se hace el columnista en La Nazión, referida al “previsible triunfo” de Cristina en octubre y el periodo presidencial de cuatro años que le seguirá.
Según sostiene en su artículo de ayer, titulado “El debate que marcará el futuro del Gobierno”, “no pocos dirigentes políticos y sectoriales ubican en esas antípodas al gobierno de Cristina Kirchner luego del previsible triunfo en las elecciones del 23 de octubre”. El problema, como todo en la vida -parece ignorar el periodista-, es que “los mensajes (del gobierno) son contradictorios”.
Las antípodas de Cristina, según Morales, son: “extremar sus gestos de moderación” o, del otro lado, el “advenimiento de tiempos convulsionados por el populismo” si la presidenta “se deja llevar por el ala jacobina de su administración después de consumada su reelección”.
Como en tantas otras ocasiones, el columnista estrella del órgano de prensa de la derecha agroterrateniente argentina se equivoca. Cuando quiere usar un término peyorativo para con cierta “ala” del gobierno, en realidad hace lo contrario. Ignora -adrede o sin querer, no lo sabemos- que, según Wikipedia, los jacobinos franceses eran republicanos y defensores de la soberanía popular. En la Argentina, muchas veces se ha aplicado ese adjetivo a Mariano Moreno.
El infame Morales Solá, quizá, trata de confundir: se los confunde a menudo con lo que durante la Revolución Francesa se llamó "El Terror", en parte debido a la leyenda negra que divulgará la reacción termidoriana, que llevó a adelante una ola de terror inspirada por los partidarios del retorno a la monarquía.
Partidario del terror mediático, el execrable columnista usa entonces los mismos argumentos que la reacción de aquella época: contra los republicanos, contra los defensores de la soberanía popular.
“La Presidenta bascula entre las dos posiciones -afirma Morales-. Radicalización y moderación” y nos advierte: “Una cosa parece inmodificable: su espíritu y su persona quedaron marcadas por la batalla política perdida en 2008 por la resolución 125”. Así, el nefasto escriba sólo recuerda lo de tres años atrás y pretende olvidar lo ocurrido hace menos de un mes. Y por eso concluye, como si el 14 de agosto nada hubiera pasado, que Cristina corre el riesgo “de ampliar y profundizar aún más la soledad política que habita”.
En Currín On Line, por una cuestión de principios, no hablamos con hijos de puta. Si lo hiciéramos, podríamos preguntarle a Morales Solá, a qué ala del gobierno de la dictadura asesina pertenecía su amigo, el ex general genocida Antonio Domingo Bussi.
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