Clarín y su staff jerárquico exhiben hoy su felicidad porque EE.UU. quiere sancionar a la Argentina. El problema es que el gobierno nacional no obedece cuando el Departamento de Estado baja sus órdenes.
Hacía rato que, al menos en su portada, el pasquín envuelve huevos no se comportaba como oficioso boletín del Departamento de Estado norteamericano. Ocupado como estaba en encolumnar al conjunto de la oposición tras su política, hasta hoy parecía dar prioridad a las cuestiones domésticas.
Sin embargo, al ir de fracaso en fracaso, el diario de Noble-Magnetto ha decidido retornar a uno de los roles que mejor le quedan: el de vocero de la embajada de Estados Unidos en la Argentina, dedicando el principal título de tapa a algo que lo hace muy feliz: “EE.UU. no descarta nuevas sanciones contra Argentina”.
Desde hace tiempo pero especialmente después de las PASO, Clarín, como el resto de los monopolios mediáticos e incluso algunos candidatos (recuérdense los reclamos de Elisa Carrió a diversas embajadas), vienen pidiendo algún tipo de “intervención” extranjera para poner coto a lo que ellos no pueden: el fortísimo apoyo social y, por ende, electoral al gobierno de Cristina.
Así, Ricardo Kirschbaum, editor general de Clarín, muestra su alegría en la columna editorial titulada “Síntomas del deterioro con EE.UU.”, en la que advierte alborozado: “Cada día hay más síntomas de que las relaciones con Estados Unidos están pasando por un momento complicado. A los votos en contra de los créditos que la Argentina pide en el Banco Mundial o en el BID, ahora se sumarían otras sanciones, tal como lo explica hoy un funcionario del Departamento de Estado a la corresponsal de Clarín en Washington y Nueva York, Ana Barón”.
Aunque reconoce que “las nuevas sanciones, según lo que se dijo ayer, pueden no tener un efecto material muy grande”, el alborozo del editor viene a cuenta porque “revelan el concepto actual que tiene la Casa Blanca del relacionamiento con Argentina”.
Pero, ¿por qué las “sanciones” que tanta felicidad traen al staff jerárquico del Grupo Clarín? Barón lo explica: “el Gobierno no paga los fallos establecidos por el Centro Internacional para Disputas en Inversiones del Banco Mundial (CIADI), se niega a negociar con sus acreedores (los bonistas que quedaron fuera del canje de la deuda) y a involucrarse con las instituciones internacionales”.
Es decir: porque el gobierno argentino no sigue a rajatabla las “órdenes” que bajan desde el Departamento de Estado a la Argentina en particular y para América Latina en general.
Clarín... Periodismo cipayo.
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