Por Lucas Carrasco
La conducción real del Grupo A quedó en manos de quienes no comprenden el funcionamiento de las instituciones democráticas, por falta de costumbre y por tratarse de un ámbito ajeno a sus intereses. La probable ruptura de la diligencia política opositora y Clarín luego de diciembre.
La aceptación del tipo de boletas utilizadas que rigen en la elección nacional por parte del amplio abanico que Magnetto denominó Grupo A (pero que debería llamarse Grupo Aea en honor a la Asociación Empresaria Argentina) cuando triunfó la derecha de Macri , ahora se revierte como estrategia de deslegitimación del contundente triunfo en las primarias de Cristina Kirchner.
Previo a la inscripción de alianzas, las PASO – Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias- fueron ordenadoras del sistema político: desbarataron las candidaturas truchas en el radicalismo (Sanz, Cobos) y despejaron el camino para el duhaldismo disidente que lidera hoy día El Hijo De alfonsín, a la par que despejaron el camino para el duhaldismo línea fundadora que lidera Eduardo Duhalde, tras la repartija de sospechados de fraude: de un lado los hermanos Rodríguez Saá, del otro Mario Das Neves; y subdividieron el centrismo republicano entre Hermes Binner y Fernando Solanas a la par que unieron al trotskismo en el FreePaso. Ninguna de las expresiones que se reivindica para la televisión como peronista y como el verdadero peronismo quiso competir internamente con Cristina, otro mérito de las PASO.
Tras el sinceramiento de las relaciones de fuerza realmente existentes en la sociedad, hubo un momento de perplejidad donde voceros de las corporaciones se despegaron de su propio triunfo y humillaron con virulencia a su dirigencia política. Esta dirigencia política, lejos de comprender que el punto estratégico de su fracaso radica en la persistencia de hacer seguidismo a la escribanía discursiva de Héctor Magnetto, ahora abraza las causas más disparatadas que se le ocurren al multimedios Clarín.
En un giro antichavista sin Chávez, el Grupo Clarín intenta deslegitimar la democracia y el proceso electoral buscando modificar las leyes que ampliamente consensuadas rigen el proceso de selección de autoridades democráticas. Rompiendo el piso compartido desde el retorno de la democracia, este ataque a dos meses de los comicios sólo tiene fundamento en el marco de la búsqueda de actores extranjeros que presionen sobre la soberanía popular. Con la ridícula carta a las embajadas de la ex chaqueña Carrió se insinuó, hace algunos años, el comienzo de este periplo, que se ha demostrado inútil en el caso de la ultraderecha golpista de Venezuela, la ultraderecha criminal de Bolivia y sectores marginales de la nostalgia dictatorial en Brasil y sectores bananeros en Ecuador. Los fracasos electorales de la dirigencia de la Mesa de Enlace, en las ciudades donde los integrantes de la oligarquía son conocidos, demuestran también que la bananización de la derecha, hacia una modalidad de kiosco atendido por sus propios dueños, es el único camino para quienes no se resignan a comprender el funcionamiento de la democracia.
La puesta en escena de este mamarracho luce timorata, llena de dudas, con sorprendentes vacíos y entusiasmo. Ni siquiera el instinto de autopreservación pudo lograr que la dirigencia política del Grupo A rompa con la dirección de AEA y busque el fortalecimiento institucional alejándose de las corporaciones que son, aún y lamentablemente, el poder de facto. Pero no manifiestan el mismo entusiasmo con que salieron a pedir la cabeza de Aníbal Fernández porque habían asaltado a Nicole Newman en la hermana república de Quilmes, aunque el robo se demostró luego como falso. Quizás por esa falta de entusiasmo y por la contundencia del 14 de agosto, que dejan a las elecciones del 23 de octubre como una gran encuesta, estas corporaciones optarán por la búsqueda de la injerencia extranjera, fundamentalmente Techint, que días atrás por un diferendo en otro país reconoció que es una empresa de Luxemburgo, y el Grupo Clarín, siguiendo el ejemplo de los sectores golpistas del antichavismo, seccional Miami.
Pero la cara para soportar la paliza electoral en argentina la pondrán, en cambio, los candidatos del Grupo Aea, a quienes se encomendó que corran detrás de la Boleta Única con el mismo entusiasmo con que se sumaron hace un año a Amalia Granata denunciando la supuesta censura a los medios: por más ridícula que sea la operación de prensa, los subalternos, huérfanos de táctica y desorientados, por puro reflejo obedecen al encomendero. Pero se nota que están repodridos de decir tantas boludeces.
Quizás después de diciembre las internas que cada archipiélago opositor intentó evitar, partiendo de niveles cuánticos ionizados por las PASO al estado actual de átomos neutros, lleven a sus bases a cobrarle a sus dirigentes tamaño papelón producto del seguidismo a conducciones delirantes que, no hace siglos ni en otro planeta, intentaron hacernos creer que el novio de Luciana Salazar era un estadista que iba a cuidar que no se dilapiden las reservas del Banco Central. No fue hace siglos, no fue en otro planeta. Las consecuencias se vieron en las urnas.
Previo a la inscripción de alianzas, las PASO – Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias- fueron ordenadoras del sistema político: desbarataron las candidaturas truchas en el radicalismo (Sanz, Cobos) y despejaron el camino para el duhaldismo disidente que lidera hoy día El Hijo De alfonsín, a la par que despejaron el camino para el duhaldismo línea fundadora que lidera Eduardo Duhalde, tras la repartija de sospechados de fraude: de un lado los hermanos Rodríguez Saá, del otro Mario Das Neves; y subdividieron el centrismo republicano entre Hermes Binner y Fernando Solanas a la par que unieron al trotskismo en el FreePaso. Ninguna de las expresiones que se reivindica para la televisión como peronista y como el verdadero peronismo quiso competir internamente con Cristina, otro mérito de las PASO.
Tras el sinceramiento de las relaciones de fuerza realmente existentes en la sociedad, hubo un momento de perplejidad donde voceros de las corporaciones se despegaron de su propio triunfo y humillaron con virulencia a su dirigencia política. Esta dirigencia política, lejos de comprender que el punto estratégico de su fracaso radica en la persistencia de hacer seguidismo a la escribanía discursiva de Héctor Magnetto, ahora abraza las causas más disparatadas que se le ocurren al multimedios Clarín.
En un giro antichavista sin Chávez, el Grupo Clarín intenta deslegitimar la democracia y el proceso electoral buscando modificar las leyes que ampliamente consensuadas rigen el proceso de selección de autoridades democráticas. Rompiendo el piso compartido desde el retorno de la democracia, este ataque a dos meses de los comicios sólo tiene fundamento en el marco de la búsqueda de actores extranjeros que presionen sobre la soberanía popular. Con la ridícula carta a las embajadas de la ex chaqueña Carrió se insinuó, hace algunos años, el comienzo de este periplo, que se ha demostrado inútil en el caso de la ultraderecha golpista de Venezuela, la ultraderecha criminal de Bolivia y sectores marginales de la nostalgia dictatorial en Brasil y sectores bananeros en Ecuador. Los fracasos electorales de la dirigencia de la Mesa de Enlace, en las ciudades donde los integrantes de la oligarquía son conocidos, demuestran también que la bananización de la derecha, hacia una modalidad de kiosco atendido por sus propios dueños, es el único camino para quienes no se resignan a comprender el funcionamiento de la democracia.
La puesta en escena de este mamarracho luce timorata, llena de dudas, con sorprendentes vacíos y entusiasmo. Ni siquiera el instinto de autopreservación pudo lograr que la dirigencia política del Grupo A rompa con la dirección de AEA y busque el fortalecimiento institucional alejándose de las corporaciones que son, aún y lamentablemente, el poder de facto. Pero no manifiestan el mismo entusiasmo con que salieron a pedir la cabeza de Aníbal Fernández porque habían asaltado a Nicole Newman en la hermana república de Quilmes, aunque el robo se demostró luego como falso. Quizás por esa falta de entusiasmo y por la contundencia del 14 de agosto, que dejan a las elecciones del 23 de octubre como una gran encuesta, estas corporaciones optarán por la búsqueda de la injerencia extranjera, fundamentalmente Techint, que días atrás por un diferendo en otro país reconoció que es una empresa de Luxemburgo, y el Grupo Clarín, siguiendo el ejemplo de los sectores golpistas del antichavismo, seccional Miami.
Pero la cara para soportar la paliza electoral en argentina la pondrán, en cambio, los candidatos del Grupo Aea, a quienes se encomendó que corran detrás de la Boleta Única con el mismo entusiasmo con que se sumaron hace un año a Amalia Granata denunciando la supuesta censura a los medios: por más ridícula que sea la operación de prensa, los subalternos, huérfanos de táctica y desorientados, por puro reflejo obedecen al encomendero. Pero se nota que están repodridos de decir tantas boludeces.
Quizás después de diciembre las internas que cada archipiélago opositor intentó evitar, partiendo de niveles cuánticos ionizados por las PASO al estado actual de átomos neutros, lleven a sus bases a cobrarle a sus dirigentes tamaño papelón producto del seguidismo a conducciones delirantes que, no hace siglos ni en otro planeta, intentaron hacernos creer que el novio de Luciana Salazar era un estadista que iba a cuidar que no se dilapiden las reservas del Banco Central. No fue hace siglos, no fue en otro planeta. Las consecuencias se vieron en las urnas.
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