Mi viejo era hincha de River. Murió a fines de Noviembre de 1996. Tres días después que su equipo (y el de su padre y el de sus nietos) perdiera la final de la Copa del Mundo contra la Juventus en Japón.
No murió por eso. La mala suerte del tiro de Orteguita en el travesaño no fue más culpable que su medio siglo de fumador y el cansancio de su enorme corazón, que de tanto repartirse para todos nosotros, se apagó.
Pero sospecho que en sus últimas horas pensó que una desilusión tan fuerte era irrepetible y que el tiempo ofrecería alguna revancha.
Yo pienso lo mismo. Que nunca es el final de la historia y que alguna vez River volverá a los podios que supo habitar naturalmente.
El problema es el ¨mientras tanto¨ o el ¨endemientras¨ como diría un gaucho amigo.
Este auténtico ¨tránsito lento¨ por caminos desconocidos, como penitentes sin rumbo, con el ropaje y el estilo deshilachados, es una prueba durísima a la que nos somete el destino, para ver si verdaderamente estamos a la altura de afrontar la realidad sin perder nuestra verdadera identidad de ser EL MAS GRANDE.
Siento que esta prueba nos templará definitivamente y ahora sí nos colocará en la cima de la hidalguía y el honor, del coraje y el aguante.
Cualquiera sea el resultado deportivo de las próximas contiendas, esta banda roja que nos cruza el alma, se extenderá sobre el tiempo y pasará por encima de cualquier otro ícono futbolero, como manto de la máxima grandeza que puede alcanzar la pasión por una camiseta.
Porque ahora sí es más grande que nunca. La frustración, el dolor y la desazón no nos achican. Nos completan. Nos entregan la última textura que nos faltaba para entender que la gloria no sólo se alimenta de mieles y no sólo se transita por senderos de placer para al fin hacerla descansar sobre un lecho de rosas.
La gloria se construye y la dimensión de la identidad riverplatense, a pesar de los pesares, se agiganta mucho más en estas horas.
GRANDE es nuestra patria latinoamericana por su riqueza y sus bellezas naturales. MUCHO MAS GRANDE es por la valentía de sus pueblos, tantas veces degradados, mutilados, empujados hasta los últimos infiernos sin dejar jamás de buscar la luz que los guíe hacia el futuro que merecen.
GRANDE es el verso que nos acaricia y nos ilustra un minuto de amor. MUCHO MAS GRANDE es la poesía que se embarra, que recorre las entrañas del sufrimiento, que nos alerta y nos rescata de los cantos de sirena.
GRANDE es San Martín por su gesta libertadora. MUCHO MAS GRANDE lo es por soportar el exilio y la angustia de ver a su nación dividida y desintegrada.
GRANDE es la luna. MUCHO MAS GRANDE es el sol que la enciende cada noche.
Y River es GRANDE por sus ídolos, sus conquistas, por su estadio, por ser el que más veces salió campeón, el que más goles hizo y una etcétera de laureles interminable. MUCHO MAS GRANDE es ahora que en lugar de desfilar con galera y bastón, deambula en muletas y con corona de espinas.
TAN GRANDE que el resto de los adversarios piensan todo el día en él. Y al azotarnos con bromas y cargadas (casi todas plagadas de previsibles lugares comunes) no hacen otra cosa que intentar otorgarse entidad, a partir de lo impactante que es nuestra posición, no en una tabla de estadísticas, sino en la historia universal del deporte y de los símbolos de identificación comunitaria.
GRANDISIMO será River la semana que viene.
Y esté donde esté. Nosotros lo acompañaremos, lo alentaremos y lo seguiremos como orgullosos riverplatenses, hasta después de la muerte... Porque le aseguro, que si mi viejo hoy resucitara, no cambiaría de cuadro.
Ignacio Copani - 20 de junio de 2011
No murió por eso. La mala suerte del tiro de Orteguita en el travesaño no fue más culpable que su medio siglo de fumador y el cansancio de su enorme corazón, que de tanto repartirse para todos nosotros, se apagó.
Pero sospecho que en sus últimas horas pensó que una desilusión tan fuerte era irrepetible y que el tiempo ofrecería alguna revancha.
Yo pienso lo mismo. Que nunca es el final de la historia y que alguna vez River volverá a los podios que supo habitar naturalmente.
El problema es el ¨mientras tanto¨ o el ¨endemientras¨ como diría un gaucho amigo.
Este auténtico ¨tránsito lento¨ por caminos desconocidos, como penitentes sin rumbo, con el ropaje y el estilo deshilachados, es una prueba durísima a la que nos somete el destino, para ver si verdaderamente estamos a la altura de afrontar la realidad sin perder nuestra verdadera identidad de ser EL MAS GRANDE.
Siento que esta prueba nos templará definitivamente y ahora sí nos colocará en la cima de la hidalguía y el honor, del coraje y el aguante.
Cualquiera sea el resultado deportivo de las próximas contiendas, esta banda roja que nos cruza el alma, se extenderá sobre el tiempo y pasará por encima de cualquier otro ícono futbolero, como manto de la máxima grandeza que puede alcanzar la pasión por una camiseta.
Porque ahora sí es más grande que nunca. La frustración, el dolor y la desazón no nos achican. Nos completan. Nos entregan la última textura que nos faltaba para entender que la gloria no sólo se alimenta de mieles y no sólo se transita por senderos de placer para al fin hacerla descansar sobre un lecho de rosas.
La gloria se construye y la dimensión de la identidad riverplatense, a pesar de los pesares, se agiganta mucho más en estas horas.
GRANDE es nuestra patria latinoamericana por su riqueza y sus bellezas naturales. MUCHO MAS GRANDE es por la valentía de sus pueblos, tantas veces degradados, mutilados, empujados hasta los últimos infiernos sin dejar jamás de buscar la luz que los guíe hacia el futuro que merecen.
GRANDE es el verso que nos acaricia y nos ilustra un minuto de amor. MUCHO MAS GRANDE es la poesía que se embarra, que recorre las entrañas del sufrimiento, que nos alerta y nos rescata de los cantos de sirena.
GRANDE es San Martín por su gesta libertadora. MUCHO MAS GRANDE lo es por soportar el exilio y la angustia de ver a su nación dividida y desintegrada.
GRANDE es la luna. MUCHO MAS GRANDE es el sol que la enciende cada noche.
Y River es GRANDE por sus ídolos, sus conquistas, por su estadio, por ser el que más veces salió campeón, el que más goles hizo y una etcétera de laureles interminable. MUCHO MAS GRANDE es ahora que en lugar de desfilar con galera y bastón, deambula en muletas y con corona de espinas.
TAN GRANDE que el resto de los adversarios piensan todo el día en él. Y al azotarnos con bromas y cargadas (casi todas plagadas de previsibles lugares comunes) no hacen otra cosa que intentar otorgarse entidad, a partir de lo impactante que es nuestra posición, no en una tabla de estadísticas, sino en la historia universal del deporte y de los símbolos de identificación comunitaria.
GRANDISIMO será River la semana que viene.
Y esté donde esté. Nosotros lo acompañaremos, lo alentaremos y lo seguiremos como orgullosos riverplatenses, hasta después de la muerte... Porque le aseguro, que si mi viejo hoy resucitara, no cambiaría de cuadro.
Ignacio Copani - 20 de junio de 2011
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