El diseñador de modas Roberto Piazza difundió este fin de semana una carta pública en la que acusa a Mirtha Legrand de haber vendido en boutiques y a amigas, vestidos que él le daba por canje, que en total serían más de cuatro mil.
Al parecer, en la vida de Mirtha Legrand este será un año para el olvido. Si aún no tenía decidido si volver a la TV, vino Juanita a "arrastrar por el fango el apellido" -según dicen que dijo la diva cuando tomó estado público el affaire con Martín Lousteau- para dificultar que la señora del tenedor libre vuelva a poner el rostro ante la pantalla chica y tener que dar alguna que otra explicación sobre el desaguisado de la nieta.
Mientras tanto, Roberto Piazza cumplió ayer 52 años y decidió celebrar el onomástico saliendo con los tapones de punta: pegándole a la pobre y devaluada Mirtha a través de una carta pública en la que muestra su decepción por quien usualmente llamaba "madrina". ¿El motivo? La Legrand se negó a conducir un desfile a beneficio organizado por la fundación que conduce Piazza. Eso le bastó para divulgar lo que, al parecer, venía guardando desde hace años.
"Es mucho lo que sé de ella, lo que conozco de ella, lo que viví junto a ella y sé lo que ella canjeó", dice Piazza en su misiva que los medios faranduleros publicaron ayer. Por ejemplo, que le pedían plata para sentarse en la mesa televisiva de la señora. O que, cuando la conoció, le pidió un vestido por cada persona conocida que le presentaba.
"No es mi madrina y nunca lo fue" -dice Piazza-. "Eso sólo fue una manera romántica de disfrazar un canje. Una vez allá lejos por el año 1982/3, ella me dijo: 'Yo te presento, una por una, a cada persona importante y vos tenés que darme un vestido por cada una de ellas'. ¡Aún lo tengo grabado en mi memoria como un canje conveniente!", asegura el diseñador.
"Yo, Roberto Piazza, a la Legrand le di en mi vida más de 4 mil vestidos. ¿Se imaginan que en un mes se llevó de canje casi 100 de garrón? Luego encima los vendía en Tucumán a Gloria Abarza, una Sra. dueña de una boutique, que ella iba a conducir sus desfiles. Incluso, tengo data de que también lo hacía en Bs. As. con amigas muy cercanas (léase capítulo “Mirtha Legrand” en mi libro Corte y confesión)".
"Ya demostrarás que sos una vieja dama indigna" -le espeta Piazza a una golpeada Mirtha-. "Y si a alguien le molesta, no me interesa porque lo es. Muchos opinan lo mismo, sólo que son muy hipócritas y te están atrás, como si fueras Cleopatra. (...) No existís más, ni para mí, ni para muchos. Sos realmente, sin pelos en la lengua, una actriz que tuvo poco éxito de actriz y mucho de comida en televisión. Lejos quedó esa imagen que la gente se creyó de vos".
"¡Podría decir tantas cosas sobre la Sra. diva argentina que nadie sabe!" -prosigue-. "No sería correcto repetir lo que ella hace, como su perversa costumbre que tiene, tenía o tendrá en televisión con sus almuerzos. Y sin ir tan lejos: ¡la última pregunta que me hizo! 'Si vos, Roberto, adoptaras un chico, ¿no habría problemas de violación?'”.
"Me hartó su soberbia, su mala educación y su creencia de que es aristocrática cuando salió de mi misma tierra santafesina, de un pueblo digno y sencillo", advierte Piazza.
Pero también la ligó Susana Giménez, "con su limitada capacidad de actuación y su photoshop esquizofrénico tratando de vender una imagen de nena /abuela/ ingenua y sexy. ¡Pero con cero compromiso hacia lo social!", a quien le achaca haberse negado a "ser madrina del petitorio de la Ley Piazza, que ayudará a millones de víctimas" (Léase Ley Piazza contra el abuso sexual infantil en Senadores, en internet).
También le dio a "un Tinelli, que hace y se regocija ante 'una apología del odio', decretada así por mis abogados de la Fundacion. Desde la violencia familiar, cuando asistentes directos de él escriben a mi productora de moda pidiendo mujeres jóvenes y nuevas para conocer. ¿What? Pero el padrinazgo de Tinelli nunca apareció y nunca me dio ni un minuto de su rating para que senadores, diputados y ciudadanos sepan el trabajo árido que es la defensa de esta causa".
Mientras tanto, Roberto Piazza cumplió ayer 52 años y decidió celebrar el onomástico saliendo con los tapones de punta: pegándole a la pobre y devaluada Mirtha a través de una carta pública en la que muestra su decepción por quien usualmente llamaba "madrina". ¿El motivo? La Legrand se negó a conducir un desfile a beneficio organizado por la fundación que conduce Piazza. Eso le bastó para divulgar lo que, al parecer, venía guardando desde hace años.
"Es mucho lo que sé de ella, lo que conozco de ella, lo que viví junto a ella y sé lo que ella canjeó", dice Piazza en su misiva que los medios faranduleros publicaron ayer. Por ejemplo, que le pedían plata para sentarse en la mesa televisiva de la señora. O que, cuando la conoció, le pidió un vestido por cada persona conocida que le presentaba.
"No es mi madrina y nunca lo fue" -dice Piazza-. "Eso sólo fue una manera romántica de disfrazar un canje. Una vez allá lejos por el año 1982/3, ella me dijo: 'Yo te presento, una por una, a cada persona importante y vos tenés que darme un vestido por cada una de ellas'. ¡Aún lo tengo grabado en mi memoria como un canje conveniente!", asegura el diseñador.
"Yo, Roberto Piazza, a la Legrand le di en mi vida más de 4 mil vestidos. ¿Se imaginan que en un mes se llevó de canje casi 100 de garrón? Luego encima los vendía en Tucumán a Gloria Abarza, una Sra. dueña de una boutique, que ella iba a conducir sus desfiles. Incluso, tengo data de que también lo hacía en Bs. As. con amigas muy cercanas (léase capítulo “Mirtha Legrand” en mi libro Corte y confesión)".
"Ya demostrarás que sos una vieja dama indigna" -le espeta Piazza a una golpeada Mirtha-. "Y si a alguien le molesta, no me interesa porque lo es. Muchos opinan lo mismo, sólo que son muy hipócritas y te están atrás, como si fueras Cleopatra. (...) No existís más, ni para mí, ni para muchos. Sos realmente, sin pelos en la lengua, una actriz que tuvo poco éxito de actriz y mucho de comida en televisión. Lejos quedó esa imagen que la gente se creyó de vos".
"¡Podría decir tantas cosas sobre la Sra. diva argentina que nadie sabe!" -prosigue-. "No sería correcto repetir lo que ella hace, como su perversa costumbre que tiene, tenía o tendrá en televisión con sus almuerzos. Y sin ir tan lejos: ¡la última pregunta que me hizo! 'Si vos, Roberto, adoptaras un chico, ¿no habría problemas de violación?'”.
"Me hartó su soberbia, su mala educación y su creencia de que es aristocrática cuando salió de mi misma tierra santafesina, de un pueblo digno y sencillo", advierte Piazza.
Pero también la ligó Susana Giménez, "con su limitada capacidad de actuación y su photoshop esquizofrénico tratando de vender una imagen de nena /abuela/ ingenua y sexy. ¡Pero con cero compromiso hacia lo social!", a quien le achaca haberse negado a "ser madrina del petitorio de la Ley Piazza, que ayudará a millones de víctimas" (Léase Ley Piazza contra el abuso sexual infantil en Senadores, en internet).
También le dio a "un Tinelli, que hace y se regocija ante 'una apología del odio', decretada así por mis abogados de la Fundacion. Desde la violencia familiar, cuando asistentes directos de él escriben a mi productora de moda pidiendo mujeres jóvenes y nuevas para conocer. ¿What? Pero el padrinazgo de Tinelli nunca apareció y nunca me dio ni un minuto de su rating para que senadores, diputados y ciudadanos sepan el trabajo árido que es la defensa de esta causa".
Lejos está del ánimo de este diario, defender a personajes como Mirtha Legrand, Susana Giménez o Marcelo Tinelli. Pero la verdad, estimado Roberto, es que creemos que las cosas hay que decirlas en su momento o callarlas para siempre.
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