El último premio Nobel de literatura, el peruano Mario Vargas Llosa, envió finalmente su respuesta al pedido que hace casi un mes le formuló en persona, a través de una carta, la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini.
En aquella misiva entregada en mano minutos antes de su promocionada conferencia en la Feria del Libro, Hebe le había solicitado que sume su firma a un petitorio en favor de la libertad de expresión, debido a la censura que impone Cablevisión a la señal CN23, donde se transmite el programa “La Clementina”, que la propia Hebe conduce junto a Teresa Parodi.
“Contamos, desde ya, con su colaboración, donde quede demostrado su empeño por la libertad de expresión, haciendo honor al premio Nobel que le fue otorgado”, finalizaba el texto de la carta de Hebe. Error de cálculo, que se dice.
“Contamos, desde ya, con su colaboración, donde quede demostrado su empeño por la libertad de expresión, haciendo honor al premio Nobel que le fue otorgado”, finalizaba el texto de la carta de Hebe. Error de cálculo, que se dice.
En efecto, tras 19 días y 500 noches de pensarlo, el escritor decidió responderla, mediante una nueva misiva, que arribó a su destinatario casi un mes después, en la que Vargas Llosa optó por desairar el pedido de Hebe, deshonrando su galardón en literatura, y contradiciendo su mensaje contra todo tipo de censura y por un liberalismo a ultranza. Lástima.
“No he querido contestar a su solicitud sin averiguar primero con cierta exactitud la raíz del problema”, se ataja el escritor al comienzo. Y luego agrega: “Por fin he reunido suficiente información como para saber que se trata de un tema absolutamente local, una diferencia entre una empresa privada (Cablevisión) y una cantante (sic) que no afecta para nada el tema de los derechos humanos ni la libertad de expresión. Por lo tanto, no voy a sumarme a este pedido”. Tomá mate.
Por cierto, no se trata de “un tema absolutamente local, una diferencia entre una empresa privada y una cantante”. Y si así fuera, si sólo se tratase de una diferencia entre un particular privado y una cantante, ¿no podría configurar censura esa discrepancia? Si no lo cree así el escritor, ¿por qué no explica cuál es esa diferencia? ¿Por qué no se anima el señor premio Nobel a decir que es lisa y llana censura impedir que el programa televisivo que realizan conjuntamente una cantante de música popular y la presidenta de una organización de derechos humanos mundialmente reconocida, se ofrezca junto al resto de programas de la señal de cable CN23 a todos los abonados a la empresa Cablevisión? ¿Será que la libertad es más libre para unos que para otros?
¿Quién habrá proporcionado a Vargas Llosa “la suficiente información” que el escritor solicitaba para “averiguar primero con cierta exactitud la raíz del problema”. ¿Acaso los mismos que lo trajeron de gira a Buenos Aires? ¿Magnetto, quizás? ¿Cómo se llama el acto de buscar las respuestas donde no se precisan preguntas para encontrarlas?
“No he querido contestar a su solicitud sin averiguar primero con cierta exactitud la raíz del problema”, se ataja el escritor al comienzo. Y luego agrega: “Por fin he reunido suficiente información como para saber que se trata de un tema absolutamente local, una diferencia entre una empresa privada (Cablevisión) y una cantante (sic) que no afecta para nada el tema de los derechos humanos ni la libertad de expresión. Por lo tanto, no voy a sumarme a este pedido”. Tomá mate.
Por cierto, no se trata de “un tema absolutamente local, una diferencia entre una empresa privada y una cantante”. Y si así fuera, si sólo se tratase de una diferencia entre un particular privado y una cantante, ¿no podría configurar censura esa discrepancia? Si no lo cree así el escritor, ¿por qué no explica cuál es esa diferencia? ¿Por qué no se anima el señor premio Nobel a decir que es lisa y llana censura impedir que el programa televisivo que realizan conjuntamente una cantante de música popular y la presidenta de una organización de derechos humanos mundialmente reconocida, se ofrezca junto al resto de programas de la señal de cable CN23 a todos los abonados a la empresa Cablevisión? ¿Será que la libertad es más libre para unos que para otros?
¿Quién habrá proporcionado a Vargas Llosa “la suficiente información” que el escritor solicitaba para “averiguar primero con cierta exactitud la raíz del problema”. ¿Acaso los mismos que lo trajeron de gira a Buenos Aires? ¿Magnetto, quizás? ¿Cómo se llama el acto de buscar las respuestas donde no se precisan preguntas para encontrarlas?
Decir que Vargas Llosa es un verdero hijo de puta, sería agraviar injustificadamente a las putas.
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