El hijo de Franco Macri y su compulsión por el ridículo.
Para que usted, amigo lector, que ya lo vió, pueda volver a verlo y ponga a prueba su resistencia al impulso por el suicidio en defensa propia.
El hijo de Franco Macri no cesa de poner de manifiesto su compulsión por el ridículo.
No le bastó con la patética imitación de Fredy Mercury.
No le alcanzó con bailar "Nada de esto fue un error", aunque Michetti lo pisara como 20 veces con la silla de ruedas.
Tampoco lo conformó el ridículo de bajarse de la candidatura a presidente dos días después de confirmarla.
No; nada de eso le alcanzó a Macri. El sentía, tenía la íntima convicción que tenía que ir por más. Y se lanzó a bailar otra vez, ahora al ritmo de Gilda.
Triste. Muy triste.
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