“Me decidí. Voy por todo. Si gano, seré presidente. Y si pierdo, tendré más tiempo para estar con Juliana”, le anunció hace algunos días Mauricio Macri a un funcionario que, sobre todo, es su amigo.
Yolanda Sganga, íntima amiga de Juliana Awada, dejó trascender en rueda de contertulias durante un "tea party" en Barrio Parque, que la esposa de Macri le manifestó que "como la primera alternativa (ganar y ser presidente) es una pelotudez en la que sólo puede creer este infeliz, estoy al horno y con papas. Hoy por hoy, a la hora de soportarlo, se pueden repartir la responsabilidad entre los casi 3 millones de personas que vivenen en Buenos Aires, pero después, me lo voy a tener que bancar yo sola"
Pero más allá de la zozobra que la decisión causó en su mujer; así entiende la política el jefe de PRO. Si hasta reconoció hace poco que ya piensa en el retiro.
Sus rivales dicen que se aburrió de la ciudad. Macri lo desmiente: "mal podría estar aburrido de la ciudad si no hice un carajo en 3 años", asegura; pero agrega que no se aguantaría cuatro años más en el gobierno porteño con Cristina en la Casa Rosada. “No hay más capacidad para endeudarse, no se pueden aumentar los impuestos. Lo único que podríamos hacer sería cambiar lamparitas”, reconoce en privado. Por eso, dice que está decidido a ir “por todo”.
La pregunta del millón es: si lo único que podrían hacer es cambiar lamparitas, ¿por qué mierda no lo hacen?
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